RCT Club Vacacional en Chapadmalal

RCT1Ayer, mientras preparaba la merienda, mi hijo me avisa: «-Mamá! este mes vienen unos amigos míos de RCT…-«. Me tomó desprevenida, concentrada en girar los panqueques en el aire (a veces me sale bien y otras termino haciéndolo con una espátula). No le respondí de inmediato y me repitió: «-Amigos… de RCT-«

Sí, eso es lo que nos dejó la experiencia en este club vacacional, amigos; permanecer en contacto con la esperanza de volver a coincidir otra semana, en otro verano. Y aunque ésto no suceda, encontrarnos alguna vez en las redes sociales y que la sonrisa surja de inmediato, porque nos conocimos en RCT Club Vacacional.

Allí todo está preparado para que cada familia, según su propio estilo, sus propios gustos, disfrute de un descanso más allá de lo esperado. Y esto no es fácil, porque las familias son todas diferentes. Algunas chiquitas, como la nuestra con un hijo adolescente; otras con varios hijos de distintas edades; otras incluyen abuelos o primos. Algunos de sus integrantes son más reservados y prefieren sólo disfrutar de la playa; otros, en cambio, no se pierden una sola de las actividades que propone el grupo de RECREACION, que son muchas y variadas.

RCT2Comenzando por el principio, llegamos el día siguiente a la Navidad. En el ingreso al complejo, luego de haber dejado el auto en las cocheras, nos recibieron y acompañaron hasta la recepción, aclarándonos que no se permite el ingreso de autos al predio. Una corta caminata por el parque nos mostró la razón de esta restricción. Chicos jugando en los jardines y en los juegos de plaza, en las canchas de basket, de paddle, personas sentadas en bancos bajo los árboles…

Una construcción enorme alberga casi todos los servicios principales; al ingresar, nos esperaba un hall muy grande, con un árbol de navidad enorme y sillones que invitaban a sentarse por horas. En la recepción nos indicaron cuál iba a ser nuestro departamento, nos dieron un mapa del predio y nos pidieron que aguardáramos unos momentos; nos avisarían cuando todo estuviera listo para alojarnos. Nos entregaron, además, dos tarjetas

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magnéticas con las cuales podíamos cargar a nuestra cuenta cualquier consumo dentro del predio y se cancelaría al finalizar nuestra estadía. Muy práctico: una fue a parar al bolsillo de mi hijo.

Este ratito nos sirvió para «curiosear» las instalaciones comunes. Bajando unos escalones desde el lobby, encontramos una heladería, una despensa, una boutique, un kiosco.

Subiendo, en cambio, estaba el comedor. Desde el desayuno hasta la cena, con propuestas de menú diario muy ricas y a precios adecuados. Y más arriba, una sala de juegos muy grande y otras pequeñas donde los grupos de RECREACION suelen hacer algunas actividades.

Pero la sorpresa más grande viene al final de un largo pasillo que bordea el salón de eventos. Pasando dos vestuarios, cómodos e impecables, una puerta de vidrio nos anuncia el SPA, y subiendo unos escalones, una enorme pileta climatizada. Bueno, dos piletas, una para los más chicos, menos profunda, y otra muy grande. Y tras una pared de vidrio, el gimnasio equipado con máquinas modernas.

Luego de un rato, pudimos ingresar al departamento. Muy espacioso, ya que era para seis pasajeros y nosotros solo éramos tres, por lo que nos «desparramamos» con excesiva comodidad.

Un estar amplio, con una cocina adecuadamente equipada. No faltaba ningún utensilio de cocina, microondas, anafe, heladera con freezer, pava eléctrica.

Podríamos haber cocinado cualquier plato, pero preferíamos ir al restaurant, pedirle delivery y, muy pocas veces, ir hasta Mar del Plata a almorzar (solo los dos días de lluvia).

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En el mismo ambiente había una cama marinera, mesa y sillas y un televisor. Abriendo una puerta corrediza encontramos otro ambiente con dos camas.

El dormitorio principal era enorme… y la cama también. Un sommier king, placard y otro TV. Si bien nuestra unidad tenía un solo baño, era compartimentado, por lo que no resultó una incomodidad. Pero había departamentos más grandes, con más dormitorios, con suites.

Dejamos los bolsos, sacamos los trajes de baño y salimos decididos a conocer el Balneario. Además era un día de calor sofocante y queríamos refrescarnos en el mar después de muchas horas en la carretera. Si bien el Balneario está a 7 cuadras (o un poquito más), no es necesario ir con el auto, tampoco caminando. Cada hora hay un autobús del complejo que hace el camino ida y vuelta. Pero, si quisieramos usar el auto, el estacionamiento es gratuito para los huéspedes de RCT.

El Balneario fue otra grata sorpresa. Sencillo, pero con todo el equipamiento necesario. Hasta ahora había una pileta de tamaño mediano, balconeando al mar; pero están construyendo otra, enorme, circundada de paneles de vidrio para evitar el viento, casi está lista. Se puede alquilar carpas, lo que para nosotros no es necesario.

Estando alojados tan cerca, con tantos servicios, nos pareció adecuado ir a la playa a la mañana, dejando a mi hijo dormir hasta tarde, volver al departamento para almorzar y evitar las horas del mediodía al sol. Un ratito de pileta o solo de descanso bajo los árboles del parque, y volver luego a la playa para no perder las actividades del grupo de recreación que comienzan a las 4 de la tarde, ahora sí, los tres.

Es el momento en que se ve a los chicos, organizados por edades, haciendo distintos juegos con los coordinadores. Los más pequeñitos juegan con la arena, con agua, buscan tesoros, cumplen consignas. Los más grandes, van a merendar juntos a lugares cercanos.

Volvemos al complejo alrededor de las 7 y media. La recreación continúa allí. Ahora con deportes para grandes y chicos. Las canchas se llenan, incluso la de fútbol de once, que está enfrente. En este entorno, el relax de las familias es total. No pelean los chicos más grandes con los más pequeños, cada uno tiene su diversión, su espacio, sus amigos.

Todo con total seguridad; el complejo está cercado y tiene guardias en los accesos y también haciendo rondas en el interior. Todos tenemos brazaletes de distinto colores para saber quién es menor de edad y que, por lo tanto, no puede salir sin autorización. El clima distendido se torna evidente, no hay horarios ni apuros. La última ronda de actividades supervisadas es a las once de la noche, juegos, películas, competencias. Los adolescentes tienen reuniones, hamburgueseadas (que empiezan un poco antes) en las parrillas del complejo, bailes, fogones; y luego se quedan juntos, charlando sin mirar el reloj.

Los adultos, cuando ya tenemos sueño nos vamos a dormir, y dejamos la puerta del departamento abierta, sin llave. El último que entra, cierra la puerta y apaga la luz.

Una noche por semana se presenta una obra en el teatro del complejo, (si, también tiene teatro 🙂  ) está destinado solo a quienes están hospedados allí; la entrada es muy económica.

Si bien algunos bloques de departamentos son más nuevos que otros, todas las unidades están actualizadas e impecables. Nunca ví a los jardineros, pero el césped estaba cortado, las plantas florecidas, todo el predio es orden y limpieza. El personal es muy amable, siempre sonriente y dispuesto. Parece que todo estuviera pensado, desde el servicio de lavadero, que no es caro, hasta el espacio para quitarse la arena al salir de la playa; eso, los detalles son los que nos hicieron sentir tan cómodos. No puedo olvidarme de comentar algo importantísimo: TODO el complejo es accesible para personas con dificultades motrices, incluso la pileta.

RCT20Como extra, pasamos Fin de Año en RCT. Algunos se reunieron en los quinchos, hicieron asado. Otros prefirieron cenar en el restaurant y luego reunirse a disfrutar alguna cerveza con ocasionales y nuevos amigos.

En nuestro caso, concurrimos a la Fiesta que se ofrecía en uno de los salones. Mucha decoración alusiva, propuestas musicales, cena y baile. La Frutilla del postre.

Vacaciones de verano, de descanso, distendidas, agradables. Nos gustaría conocerlo también en otra temporada del año, tal vez en Semana Santa o en vacaciones de invierno… pero esta vez fue una invitación… tal vez recibimos otra y se cumpla nuestro deseo!!

 

 

 


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